Familias de Immokalee Encuentran Consuelo en Su Comunidad

Nezahualcoyotl Xiuhtecutli

Más de un mes después de que el Huracán Irma golpeó a tanto a lo ancho y largo del estado de Florida, comunidades de trabajadores agrícolas continúan sufriendo de la devastación forjada por la tormenta. Muchos de los trabajadores agrícolas del estado perdieron una semana de trabajo en lo que se acercaba la tormenta y la industria agrícola, como el resto del estado, se preparaba para el impacto físico del huracán. Después de la tormenta, el Secretario de Agricultura de los Estados Unidos Sonny Perdue, el Comisionado de Agricultura de Florida Adam Putnam, y los Senadores de Estados Unidos Bill Nelson (D) y Marco Rubio (R) hicieron un recuento del impacto del huracán en la industria agrícola. Ryan Gillespie del Orlando Sentinel reportó que Putnam declaró que los sectores más impactados de la industria eran los citrícos, los viveros, el azúcar, y las verduras tomando el golpe más duro de la tormenta, reportó . Se estima que los daños al la industria agrícola en el estado rebasaron los $2.5 billones, de acuerdo con The Ledger.


El impacto social a comunidades marginalizadas, en especial a comunidades rurales de bajos ingresos, seguido se queda fuera de la conversación en la coberturta de noticias del impacto de la tormenta. El daño a las casas seguido deja a familias desplazadas, sin poder regresar a sus hogares, teniendo que depender en una red de amigos, parientes, miembros de la iglesia, que puedan darles albergue por unos días a la vez. A veces las familias afectadas tienen que acudir a albergues, o dejar el áarea. Cuando el daño es extenso, la red en la que una comunidad depende se puede desintegrar y aquellos sin red de seguridad pasan desapercibidos sin nadie que los ayude. Los niños seguido pueden tener que perder días de escuela, los padres seguido tienen que perder días de trabajo para poderse quedar con los niños. Viviendo de día de pago a día de pago, sin poder ahorrar por los bajos salarios prevalentes en la industria deja a muchas familias de trabajadores agrícolas con pocos recursos para superarse, como dice el mito, no por falta de ganas, eso sí. El Bureau of Labor Statistics lista el salario medio para los trabajadores agrícolas en $22,540 al año para el 2016, del cual los jornaleros, piscadores, y trabajadores de viveros e invernaderos sólo ganan $22,000. Ésto es $15,000 al año menos que el salario medio a nivel nacional de $37,040. Y aún así, los trabajadores agrícolas tienen un 43 por ciento menor probabilidad de usar beneficios de SNAP que las casas encabezadas por ciudadanos blancos no hispanos con las misma necesidades, reveló un estudio en la Universidad de California en Davis.

Siguiendo un desastre nos damos cuenta que el regreso a la normalidad significa que hay una nueva normalidad. En el trabajo en la industria agrícola, las condiciones que forman una nueva normalidad se magnifican. No sólo han perdido los trabajadores días de salario durante los días que la industria no pudo operar mientras que la tormenta atacaba y golpeaba al estado. Con el tamaño del daño que la industri tomó, ésto también significa que no habrá trabajo adicional para muchos de estos trabajadores. Si la situación ya era pésima antes de que la tormenta golpeara, sus repercusiones han hecho una mala situación peor. Y el aprieto de los trabajadores agrícolas a menudo no se reporta. Georgina Gustin de Inside Climate News recientemente escribió sobre el impacto del huracán en los trabajadores agrícolas, dando cuenta de la falta de cobertura de la fuerza laboral migrante  que incluye individuos con y sin autorización de esta industria de $8 billones.

Echando la mano


La Asociación Campesina de Florida está trabajando con individuos y organizaciones por todo el estado para ayudar a aliviar el apretón que las familias sienten por la pérdida de ingresos y daños a la red social de la que dependen en hora de necesidad. Una de las áreas más afectadas por el caos que trajo el Huracán Irma es Immokaleem en el Condado de Collier al suroeste de Florida. Ubicada a unas 30 millas al sureste de Fort Myers, esta tranquila comunidad con faroles azules, construcciones amarillas, y pollos sueltos, es el hogar de unas 24,000 almas. El suelo arenoso volando por las calles hace que este pueblo se sienta más como uno en el Suroeste de Estados Unidos que en el suroeste de Florida. Para muchos el día empieza a las 4 de la mañana, para cuando ya deben de estar listos para tomar el autobus que los llevará a los campos, a veces hasta a tres horas de distancia.

La Asociación Campesina abrió una oficina en esta comunidad después de que las inundaciones de 1995 devastaran el pueblo costero de Bonita Springs en el que muchas familias de trabajadores agrícolas vivían. El poner una oficina en Immokalee le permitió a la organización servir mejor a las comunidades de Bonita Springs, Immokalee, La Belle, y Belle Glade, María Carmona, la coordinadora de área para la Asociación Campesina en Immokalee, dice que el trabajo ha sido muy lento para los trabajadores regresando a la labor. "Algunos días trabajan, otros no. A veces sólo trabajan medio día," relata María en una tarde de otoño ventosa.

El lado positivo bien puede ser que, los desastres, a pesar de toda la destrucción que le dejan a las comunidades, también tienen el poder de unirlas. Desde que el Huracán Irma arrasó por el estado a principios de septiembre, los vecinos de Immokalee han trabajado juntos para restaurar a su comunidad. María ha estado trabajando con miembros individuales de la comunidad que quieren  echar la mano y ayudar a sus vecinos. Como una miembra activa de su comunidad, seguido la contacta gente en necesidad, o hasta amistades de aquellos en necesidad. Estas necesidades pueden variar desde ropa, artículos de limpieza e higiene como jabón, papel higiénico, y pañales, hasta cobijas. Aquellos miembris de la conunidad en posibilidades de ayudar seguido llevan estos artículos a sus vecinos ellos mismos.

Cocina Comunitaria

También ha habido eventos para distribuir algunos de los artículos donados a las diferentes organizaciones que se encuentran gtrabajando en el área. Éstos han incluído alguno de los artículos que María describe así como artículos que trajo la Cruz Roja y artículos de comida no perecedera como leche en polvo y de tetra-pak, fruitas y verduras enlatadas, y condimentos, también como ropa y zapatos. Sin embargo, nada une tanto a la gente como una comida caliente y la oportunidad de sentarse en compañía de amigos o desconocidos que han pasado por la misma experiencia. Para los humanos, la comida no sólo cubre una necesidad fisiológica, pero una social también. Mientras cocina y comen, por milenios los humanos han compartido conocimiento, experiencias, información, y planeado para el futuro. No es de sorprenderse lo reconfortante que esta experiencia a través de la humanidad después de haber sufrido un evento traumático, sentarse con vecinos, algunos con los que puedes nunca haber hablado y contar como les fue en la tormenta, mientras que el consuelo de nutrición calma al cuerpo y el alma.


El 28 de octubre pasado, la Asociación Campesina y el Centro de Amigos en Cristo en Immokalee se asociaron en una tarea de desarrollo de comunidad y sanamiento, sosteniendo una cocina comunitaria como otras que se han llevado a cabo en el área en el Centro Amigos en S 2nd Street, donde miembros de la comunidad tuvieron la oportunidad de de disfrutar de una comida caliente y de platicar conm otros. Una comida sencilla que incluía hot dogs, pretzels, y agua fue mucho más para la gente que se congregó en el evento. Fue una oportunidad de escuchar estrategias para superar emocional y logísticamente con las repercusiones de la tormenta. Fue la oportunidad de una comunidad de redescubrir que tan firmemente atada está. Y fue una oportunidad de dejar que los niños sean niños. Una pieza en el evento se designó para que los niños y niñas colorearan, dibujaran, y participaran en manualidades. Niños y niñas hispanos y kréyol se expresaron en hojas de papel en blanco donde dejaron que su creatividad floreciera.


En otro evento, una mujer llamada Cristina compartió su historia. Perdió su casa durante el huracán. Una vecina compartió su casa con ella y su familia para que tuvieran donde quedarse mientras encontraban otro lugar. Desafortunadamente para Cristina, FEMA no le dio ayuda. Habiendo perdido su casay no poder recibir ayuda federal a pesar de que sus hijos son ciudadanos de Estados Unidos les ha traído estrés emocional a ella y a su familia. Sin embargo, dice que la gente ha sido muy generosa. Ha recibido ropa, comida, y otro tipo de ayuda de la Cruz Roja Americana. Ella y su familia han encontrado un lugar donde vivir. Mientras tanto, espera a que se resuelva una apelación a FEMA y tiene esperanzas de que las cosas se resolveran.


Aunque el daño causado a la comunidad fue extensivo, Immokalee también ha sido afortunado en el desborde de apoyo que ha recibido de otras comunidades en el suroeste de Florida, el resto del estado, y de otras partes del país. Lo más difícil para trabajadores agrícolas miembros de la comunidad será recuperar su base económica. Mientras los niños dibujan en la sala de manualidades y los adultos comparten historias mientras saborean sus hot dogs, o un plato de arroz rojo con pollo, ésta y otras conunidades afectadas por todo el estado muestran su adaptación.

Mientras que Immokalee y otras comunidades continúan recuperándose del Huracán Irma, los exhortamos a que continúen ayudando alas comunidades campesinas por toda Florida.



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